Asumiendo que viviré 100 años, voy por la mitad del camino...
Wao, es difícil creerlo, pero es cierto. Llegué. Tengo 50 años. ¡Si, 50!
Ahora soy considerada una mujer de mediana edad.
Cuando tenía 20 años de edad creía que los que tenían cincuenta años, eran viejos. La ignorancia es atrevida.
La sabiduría y la experiencia tienen un costo. Aún así, prefiero la edad que tengo que la incertidumbre de los 20’s y los 30’s, cuando quería encontrarle sentido a todo en la vida...
El pasar de los años nos provee la oportunidad de una cantidad de experiencias que nos permiten convertirnos en la persona que somos, aunque en muchas ocasiones, llegar a ser esa persona no es siempre fácil.
La alternativa al envejecimiento no es estar vivo sino en la manera que hemos vivido y si hemos superado o no, las trabas y/u oportunidades que nos hemos encontrado a lo largo de este recorrido, que es vivir ...
Sin embargo, es inevitable no pensar y entender las incertidumbres sobre el envejecimiento. El pensar que he vivido medio siglo de vida y me quedan menos días por delante, es bastante sobrecogedor...
Ahora que me quedan menos días por delante que los que he vivido, siento la urgencia de vivir mejor y con mayor sabiduría. Hay cosas que ya no me preocupan y que he aprendido que no se merecen que pase tanto tiempo pensando en ellas. Quiero aprender a mirar lo que no se ve, porque todo lo que se ve es temporal.
En los 50 estoy siendo testigo de lo que otros de mi edad y mayores experimentan: ver a nuestros seres queridos envejecer y luchar contra la enfermedad, la realidad de que un día mis padres morirán, el hecho de que mi mente le dice a mi cuerpo que puede hacer lo mismo que antes y él se resiste...
En los días cuando todavía se me nubla el entendimiento, lamento decisiones que tomé, pecados que cometí...
No podemos retroceder, lo pasado ya pasó. Solo queda lo que está por delante. Sean 50 mas, 40 o 20, no sabemos – lo que, si yo sé, es que he comenzado a pensar sobre el envejecimiento no como un tiempo donde termina la jornada, sino como una maravillosa oportunidad para lanzarnos a nuevos comienzos.
Después de todo, vivir la vida se puede comenzar a cualquier edad, apenas está comenzando a los cincuenta.
Siempre he preferido mirar cada situación como una oportunidad para crecer y compartir las lecciones con otros. Asi que seguiré aprendiendo de los demás.
Hay algo reconfortante al saber que mi vida desde el principio hasta el final la decido yo y que en esta segunda mitad prosigo a la meta.
Vivir!!!